lunes, 29 de noviembre de 2010

Laura Alonso: "Nunca me alineé con el kirchnerismo"

La diputada del PRO respondió a las acusaciones sobre sobornos en la Cámara de Diputados con motivo de la sesión por el Presupuesto. Pese a la negativa de los miembros del bloque de alinearse con la posición de su partido, aclaró: "(Federico) Pinedo sigue siendo el jefe".

lunes, 22 de noviembre de 2010

Sergio Massa: "El año que viene tomaré posicionamiento político sobre la Provincia y la Nación"

El intendente de Tigre contó en El Envión que de chico era hincha de San Lorenzo, que Graciela Camaño lo introdujo en el peronismo y habló de las enseñanzas le dejó Néstor Kirchner.
Aunque ya tiene todo listo para lanzar su candidatura a gobernador, Massa afirmó que "es un pavada construir hoy escenarios electorales (porque) el 2010 es un año para trabajar en temas de gestión".
Dijo que tiene elogios y críticas para hacerle a la gestión de Daniel Scioli, pero prefirió no enumerarlas por ahora para no prestarse a que se titule con "especulaciones" electorales. Se comprometió, sin embargo, a hacerlo en un nuevo reportaje con El Envión el 28 de abril de 2011 (el día que cumple 39 años), dando a entender que para entonces ya estará lanzada su campaña.

Además, la mafia de los "trapitos" en la Ciudad de Buenos Aires: El jefe del bloque de legisladores porteños de PRO, Cristian Ritondo, habla del proyecto para combatirla y por qué no logra tratarse en la Legislatura.

lunes, 15 de noviembre de 2010

"Hay 4 mil personas que usan las bicisendas de la Ciudad"

Lo aseguró Guillermo Dietrich, subsecretario de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires, en El Envión.

lunes, 8 de noviembre de 2010

"Los funcionarios no pueden estar pendientes de lo que publican los diarios"

Así lo sentenció el dirigente radical Rodolfo Terragno. "Los diarios son para hacerlos, no para leerlos", agregó.

Por otro lado, consideró que “si no hay un acuerdo entre el oficialismo y la oposición nos va a llevar a un nuevo fracaso”. ¿Qué vínculo lo une al ex presidente Eduardo Duhalde?

Además, el Padre Bachi (Basilicio Brítez) explicó cómo ayuda a los chicos de la Villa Palito a salir de la droga.


lunes, 1 de noviembre de 2010

Luces y sombras de Néstor Kirchner

Por Leonardo Mindez

25 de mayo de 2003. Aquel Néstor Kirchner enamoraba. Recién comenzábamos a salir del abismo de 2001 y ese flaco desgarbado y estrábico con un discurso desordenado y sin clichés, por el que nadie daba dos mangos, tuvo la suerte de llegar a la Casa Rosada. Un hombre simple, que le huía a los protocolos y prometía recrear el valor de la política, de la palabra y las instituciones. Recuperar la autoridad presidencial, la igualdad ante la ley y la autonomía nacional. Respetar al adversario y a partir de su “verdad relativa”, como le gustaba decir, trabajar en la construcción colectiva de un país mejor. Diálogo y respeto, pero con convicciones firmes que no iba a abandonar en la puerta de la Casa de Gobierno, repetía. “Quiero una Argentina unida. Quiero una Argentina normal. Quiero que seamos un país serio”, culminó aquel discurso de asunción, antes de tirarse sobre la multitud en la Plaza, abrirse un tajo en la cabeza y tomarle juramento a sus ministros con una curita en la frente. Parecía un tipo simpático.
Un país normal... Los que disfrutamos de las cosas simples de los países normales nos ilusionamos con que nuestra Argentina se pudiese convertir en un país normal.
Kirchner hizo muchas cosas buenas. Hay que ser ciego para no verlo, cínico para no reconocerlo. Impulsó la transformación de una de las peores Cortes Supremas de la historia argentina en una de las mejores. Promovió la reapertura de los juicios a los represores impunes de la última dictadura. Renegoció con un coraje inédito la deuda externa. Se animó a no decirle siempre que sí a las naciones y corporaciones más poderosas. Reabrió las puertas a la discusión política y avanzó por el camino de la recuperación económica que se había iniciado antes de su llegada, con la devaluación de 2002. Aprovechó las arcas rebosantes de dinero gracias al nuevo boom agroexportador para llevar infraestructura y servicios a las zonas más olvidadas, jubilaciones a más de dos millones de viejos que no cobraban ni un peso y una asignación por hijo que no es universal, pero que es un paso fundamental hacia un país más justo.


Pero no sólo eso fue Kirchner.

Había también un Kirchner intolerante y manchado por la corrupción. Hay que ser muy ciego o estar muy fanatizado para no verlo. Los antecedentes ya estaban en Santa Cruz para el que los quisiese rastrear. Un Kirchner que prefería denostar a un periodista porque era incapaz de responder cómo hizo para convertirse en multimillonario ejerciendo la función pública durante dos décadas. Un Kirchner incapaz de explicar sus alianzas con los sectores más rancios de la corrompida ortodoxia sindical y los caudillejos provinciales y municipales exitosos en el arte de perpetuarse en el poder e incrementar su fortuna. ¿Será que en el fondo se sentía uno más de ellos? El Kirchner intolerante no lo era sólo con la prensa o la oposición. Era incluso peor con la tropa propia, a la que castigaba brutalmente ante el menor disenso. Por eso sus mejores hombres lo fueron abandonando en el camino y a su alrededor fueron quedando los mudos o los alcahuetes. Kirchner acaparó y verticalizó la toma de decisiones al extremo. No creyó necesario respetar a los otros poderes del Estado. Cuando tuvo mayoría en el Congreso, lo convirtió en una simple escribanía en la que no se debatía, sólo se convalidaban sus decisiones. Cuando quedó en minoría, hizo todo lo posible para evitar su funcionamiento. Otro tanto ocurrió con la Justicia, a la que hostigó cuando no falló a su gusto. Para Kirchner no había valores absolutos a defender. Los malos eran buenos si jugaban en su equipo. Y los mejores pasaban a ser los peores cuando decidían abandonarlo.
Legó a la ciencia política algunas invenciones de su cuño: el gobierno democrático sin reuniones de gabinete, el vocero presidencial mudo, las candidaturas “testimoniales” y el mandamás del bloque parlamentario que no ocupa su banca. Podríamos rebautizarlas para la historia: los ministros que no ministrean, los voceros que no vocean, los candidatos que no candidatean y el diputado que no diputadea. El summun: el traspaso del bastón presidencial entre conyugues, burdo disfraz de la eternización en el poder, inédito en las democracias modernas. Nada de todo esto, obviamente, forma parte del país normal que prometió.

Me tocó seguirlo de cerca por mi trabajo y admirar su energía avasalladora, infatigable. Un dirigente político todoterreno las 24 horas. Pero también padecí sus malos modos, su desprecio por los periodistas. En los últimos tiempos, hasta esquivaba el saludo en los encuentros casuales, una grosería impropia de su estatura.

Néstor Kirchner estuvo muy lejos de ser el héroe de la patria que pretende construir desde hace cinco días la prensa oficialista. Tampoco fue el ogro dictatorial que aseguran algunos columnistas y cierto gorilismo que iba camino a la extinción pero su retórica confrontativa ayudo a revivir.
Fue, con todo, un producto típico de esta tierra que respondió a esa increíble saga peronista de morir en plena faena, antes del inevitable ocaso.
Ya hay quienes intentan hacer un mito o una bandera de su figura.
Tal vez sería mejor que los contreras pudiesen reconocerle sus virtudes y los kirchneristas aceptaran lo dañino de su liderazgo. Consolidar los éxitos y enmendar los errores es la única manera de crecer como sociedad. Para que algún día seamos ese país serio, normal y unido que Kirchner prometió en 2003 y del que seguimos estando demasiado lejos.

"Kirchner tiene muchas condiciones para convertirse en mito"

El historiador Pacho O´Donnell lamentó no haber conocido al ex presidente, Néstor Kirchner. Además, aseguró: "Kichner deja un país distinto".